Jefe de Proyecto PMP
“En Perú, no todo es bonito ni fácil”
Mi decisión de salir fue tomada por cosas del destino o no, allá en
el 2007, justamente cuando poco después estalló la gran burbuja a nivel
mundial.
Viéndolo al cabo de los años creo que fue la mejor decisión que
tomé nunca. Mi primer destino fue Brasil, hecho que me marcó
profundamente ya que tomé realidad de una nueva cultura, nueva forma de
ver las cosas y sobre todo una nueva forma de ver el mundo, ya de manera
global. Mi mundo ya no se limitaba a la ciudad de origen donde vivía.
Después de estar en Brasil construyendo resorts para una
hotelera española, por Panamá participando en un edificio de oficinas, y
ahora actualmente desde el 2011 en Perú, siendo Jefe de proyectos
con una importante firma de Ingeniería y consultora de proyectos chilena. Con todo ello ya llevo, a mi pesar
ya más de un año y medio sin poder regresar a ver a mi familia y eso es lo peor que se lleva en esta situación de expatriado, pero siendo positivo, al final se puede
decir que la experiencia acumulada merece la pena; de hecho, lo
sigue siendo, ya que a parte de continuar con tu vida, continúas con tu
actividad profesional en países donde ésta es emergente y plenamente en
auge año tras año.
Perú nos recibió a mi mujer y a mi de forma cálida y expectante. El
trato fue justo, ellos nos dieron trabajo, oportunidades y estabilidad
laboral y nosotros les dimos a cambio nuestra experiencia y saber
profesional acumulado de años en esa vieja Europa que agoniza
actualmente. El negocio fue equitativo, Perú hoy se encuentra ávida y
muy receptora del saber y conocer, aparte de asimilar todo tipo de
conocimiento que se le pueda dar, preferiblemente de personal técnico de
sobrada experiencia en lugares donde ya se ha comprobado su eficacia en
todos los campos del saber.
Para técnicos como yo, que vienen del mundo de la construcción, en
países emergentes como Perú, hay a priori mucha salida, ya que uno de los pilares
de esas economías suele ser la construcción, por lo que antes o después
encontrarás trabajo. Por otro lado, mi mujer supo también encontrar su
hueco y no sin esfuerzo pudo luchar por una vacante de profesora en una institucion pública.
En Perú, no todo es bonito ni fácil, hay mucha competencia, mucho
español, muchos títulos universitarios que no son convalidables, tienes
que venir con un plan tanto económico como personal muy estudiado,
acotado, real y con metas, estudiado ya desde tu lugar de origen. Porque
el tiempo puede pasar muy rápido con "0" resultados.
La vida parece
barata, pero no lo es tanto cuando te contratan en nuevos soles, la
moneda peruana, y esos mismos soles los tienes que pasar a euros para
mandarlos a España o alquilar un departamento en Lima (el cambio medio
es de 1 euro por 3,5 soles).
Olvídate de vivir al estilo europeo, el precio medio de un
departamento pequeño-mediano ronda entre los 600 y 900 dólares en zonas no turisticas, cuando
esas mismas cantidades al cambio en soles superan ya el sueldo medio en
Lima, por lo que vivir en Lima no es fácil. Eso sí, conozco compatriotas
que mal o mejor viven en habitaciones compartidas sin apenas servicios
por 300 dólares.
Los trámites de cualquier tipo son tediosos,
aburridos e infinitos hasta la saciedad, ármate de paciencia y buena
sonrisa ante cualquier ventanilla donde estés tramitando cualquier cosa.
El propio Gobierno de Perú sacó una campaña publicitaria, El
trámite de más, con la que, conscientes de su propia burocracia, premiaba
al ciudadano que aportara la mejor idea que les permitiera acortar un
trámite en particular.
La corrupción es moneda de cambio ante muchos
aspectos de la vida peruana, se huele, se siente, y está presente en
cualquier estamento de la sociedad, simplemente tienes que convivir con
ello y saber jugar tus cartas cuando te toque de cerca. Todo se consigue
con la ayuda y la persona adecuada.
Y aparte, para redondear:
Tráfico horrible, caótico y descontrolado sin orden
ni concierto a cualquier hora, donde el peatón no vale nada, (mas de 10
millones de habitantes viven en Lima y zona metropolitana), ruido y
bullicio infernal dependiendo de donde vivas, seis meses del año sin ver
el sol si vives en Lima, con cielo gris (o panza de burro como aquí lo
llaman), zonas muy peligrosas en las afueras, con múltiples barriadas a
modo de favelas en las colinas de los alrededores, multitud de gente que
se te arrimará con mejores o peores intenciones por tu sola condición
de extranjero, en fin...
Pero no todo es malo, el problema es que lo vemos bajo nuestra óptica
y ojos europeos del primer mundo, presuponiendo muchas veces unos
prejuicios, que son eso, solo prejuicios. Cuando vives con ellos, actúas
con ellos, trabajas y te relacionas, hueles el mismo aire que ellos, te
ven de forma ya diferente, y dejas entonces de ser ese turista al que
se le intenta sacar todos los dolares y euros de la cartera ante la
infinita picaresca del peruano, y te conviertes entonces en ese
compadrito para compartir chambas pagando unas lucas por una buena
chelita bien fresca en cualquier chifa del barrio.
Por último, decir, que es mejor intentarlo en donde tendrás y existen
oportunidades, es decir en Perú, que no en donde la actividad está muerta o sin
proyección, como en España.
Somos jóvenes, gracias a la globalización tienes por 700 euros un
billete de ida a la otra parte del mundo, decidiendo tú cuando será la
vuelta. Aunque en una primera fase malvivas, si eres constante y sabes
aprovechar tu oportunidad crecerás rápido. Olvida tus prejuicios,
intégrate lo antes posible, apaga tu chip europeo y ponte en su lugar, y
recuerda cuando ellos vinieron a España en nuestro auge económico y la
imagen que teníamos de ellos. Es duro verlo así, pero es la realidad que
nos ha tocado vivir, para muchos una cura de humildad necesaria, para
otros una realidad obligatoria.
Pedro A.
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